Para mediados de la década de los años ochenta, el club de futbol italiano, el Napoles, se hallaba en la parte más baja de la tabla del deporte del país. Un año ya antes, apenas conseguía preservar la categoría y no descender a una división más baja por tan solo un punto, en una acumulación de coincidencias y algo de suerte.

Por su lado, el futbolista argentino Diego Armando Maradona era sancionado con 3 meses sin poder jugar en su club, el Barça de España, tras múltiples enfrentamientos con los árbitros y una batalla campal, puñetazos y patadas incluidas, a lo largo de un encuentro contra el club Athletic.

El presidente del Barna consideró una alternativa viable el traspaso del astro argentino después de percibir una buena oferta por el Napoles. Su presentación en el equipo fue algo bien recibido por los llenes del club, mas absolutamente nadie estaba dispuesto para el gran éxito que lograría el club y el futbolista con dicha unión. Con poco más de quinientos horas de material jamás ya antes visto.