Ochocientos once d.C., una familia apartada en su casa, en lo profundo del bosque, a escasos días de Birka. Ellos son pobres. La caza y la pesca han sido malas a lo largo de cierto tiempo, y el padre, Joar, toma la medida agobiada de emprender un ataque vikingo. Joar no retorna por un buen tiempo y la familia empieza a temer que jamás retornará. Runa, la hija mayor, acepta las funciones del padre en su ausencia.

Ella lo extraña mucho y espera con cariño que vuelva con ellos. No obstante, en su corazón de alguna forma sabe que el sufrimiento de la familia apenas ha empezado. Hay algo en el aire, algo en el agua, en el viento y en la tierra. Runa se percata de que hay algo malo en el bosque, es algo peligroso. Un día, mientras que estaba de caza, halla a un hombre sangrando, un guerrero que prácticamente desfallece. Ella lo lleva a la casa y la familia atiende sus heridas. Cuando está sano, se percata de que fue mandado para resguardar a la familia de un mal que se aproxima. Y trae noticias de su padre.